¡Luz chorreaba la alborada,
cuando el pájaro cantando,
desde la rama del árbol
anunciaba la mañana!
Y allá lejos se veía,
como pariendo horizontes,
fuego subiendo del monte:
¡era el sol que aparecía!
El río baja saltando,
desde la altura del cerro,
y el mugido de un becerro,
a su madre está llamando...
Gracias le doy a la vida,
por esta dulce mañana,
que al entrar por mi ventana,
de mi alma sana la herida.
Ave Fénix
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