martes, 28 de mayo de 2013

EL VELERO



Dulce brisa de recuerdos,
en las arenas del tiempo,
acompaña aquel velero,
que se quedó sin océano
navegando en el desierto,
tapizado de espejismos,
que conduce hacia el Arcano...

Y esa nave se desliza,
sobre un mar de fantasía,
con su estela de ilusiones,
y sus velas siempre henchidas;
no hay tormenta que lo mueva
de la ruta que le guía:
las luces de aquel lucero,
que después del aguacero,
apareció por el cielo,
la noche de su partida...

Salió a la caza de un sueño,
persiguiendo va el secreto
que le negara la vida,
esa tarde de ironía;
cuando más necesitaba,
versos tiernos que cantarle,
al oído de su amada,
no halló quién le respondiera:
¿en dónde se halla la fuente,
de la cual bebe el poeta,
que lo llena de poesía,
y del mundo lo hace dueño?...

¡Marinero solitario!
que conduces el velero 
que va en busca del secreto
de la fuente de la vida,
de la luz y la poesía
para cantarle a tu amada;
¡ya no sigas el lucero!
¡vuélvete por el sendero
que conduce hasta tu playa!
y estando en puerto seguro,
ve, derriba ya los muros
que te impiden ver las luces
de los destellos de tu alma...
y ahí hallarás la poesía.

Ave Fénix

ANSIEDAD



Cruenta lanza que atraviesa,
las sienes como taladro,
y que envuelve la existencia,
en un manto de quebranto.
El latido de la muerte,
martillando a cada rato,
como augurios del presente,
por razones del pasado...
Ya la paz izó sus velas,
y la angustia está arribando,
a los puertos de la mente,
la locura está reinando.
Ya lo pienso,
ya lo siento,
ya no hay cielo,
sólo infierno,
el dolor amenazando;
¿para cuándo?
está avanzando,
ya aparece,
casi llega,
el tormento con su llanto.
A velar,
con luz de insomnio,
hasta que al fin entendamos,
que sólo es un pensamiento...

Ave Fénix

martes, 14 de mayo de 2013

ODA AL COMANDANTE ERNESTO "CHE" GUEVARA


Junto al alba de éste día,
con destino ya marcado,
a vivir toda su vida,
de la gente enamorado,
rompiendo los horizontes,
mi Comandante nacía.

Fue la luz y fue poesía,
era savia de árbol fuerte,
con el alma de insurgente,
y en la mente la utopía,
soles quemaban su frente,
y estrellas le sonreían...

A donde quiera que Él iba,
la Tierra lo bendecía,
la lluvia lo acariciaba
y la hierba se rendía,
señalándole el Camino,
que su destino marcaba...

¡Quién fuera viento serrano
para colarse en el tiempo,
y descubriendo el Arcano
llegar hasta aquellos días,
para llenarte de brisa
y poder tocar tus manos!

¡Quién pudiera transportarse,
entre pliegues de la historia
y llegar hasta la Sierra...
ser oído de la Tierra
y endulzando la memoria,
volver a oir tu sonrisa!

Este día, Comandante,
en el nombre del Humano,
sólo quiero agradecerte,
y tomado de la mano,
de mi Pueblo, grande y fuerte,
un grito al viento lanzarte:
¡la Lucha sigue adelante!
mi Comandante...mi hermano...
Ave Fénix

domingo, 12 de mayo de 2013

LLUVIA DE MAYO

El cielo llora,
la lluvia cae,
se oyen rumores...
es sólo un ave,
que alegre vuela,
para su nido, 
que en la tormenta,
no se ha caído;
como no cae 
en el vendaval,
los fuertes lazos,
de mi nidal,
que está en los brazos,
de mis amores.
Gracias al cielo,
por el agüita,
agua de lluvia,
agua bendita,
que riega el campo,
de mis anhelos,
y que refresca,
ya mi locura,
que vuelve en risas,
mis amarguras,
y a besar llega,
la quebradita.

Ave Fénix

viernes, 10 de mayo de 2013

MAMÁ LUZ

De los primeros recuerdos que abriga el enmarañado laberinto de mi mente ya golpeada inclementemente por los ambages del tiempo, es el de Mamá Luz, creo que siempre estuvo allí, antes de todo, antes del llanto que acompaña el alumbramiento, tal vez sin luz, de mi existencia, antes del dolor y la alegría, antes del saber y el entender, en el sentir ignorante pero inequívoco y cristalino del que no sabe nada pero entiende todo, cuando se piensa con el alma y se habla, o se llora, o se sonríe, volcando el corazón en cada gesto...
allí estaba ella ya, desde siempre, como nunca, como nunca antes, como nunca más...
Allí estabas Mamá Luz, untada en los panes franceses y en la pichinga de fresqui-top que llevaba al kinder; en los pantalones cutos, "chores" les decía usted, en las chancletas "balco", en los zapatos que me iba a comprar al Mercado Cuartel, -¡cuánto tiempo pasabas ahorrando en el barrilito verde de "La Centroamericana" las pesetas para comprarme mis zapatos para que fuera a la escuela!- yo tengo ese barrilito mami, me lo traje aquella noche lluviosa cuando te fui a ver en aquella cama, ya estabas muy enferma, ¿se acuerda madre?, cuando me dijo que cuidara a la Vicky, y no es que no quisieras a la Mélida, es que siempre pensaste que la Vicky estaba más loquita, y tenía toda la rebeldía de tu hijo.
¿te acordás mamá?, hasta ahora te voy a confesar que nunca me vine, ahí me quede con usted, aunque mi cuerpo subió al carro en aquella tempestad...
Cuando cierro los ojos la veo surciendo la ropa mía y la de Papá Toño, de noche, en el corredor de la casa que nos botó el terremoto, en su maquina "Singer", y oyendo el programa de Pedro Infante en el radio "Televox" color "aqua", ¿se acuerda madre? Ya viene Pedro Infante! ¡que cante! ¡que cante!...y yo, yo sacándole las canas con una pinza, de su cabecita...
Otras veces te veo cortando café en el volcán de Santa ana, y siempre comprándome mi pan francés, -qué rico era ese pan de Santa Ana- recuerdo mis manos entumidas, inmóviles por el frío, y usted cortando café, y yo, estorbándote allí, pero con usted...ese mes cayó nieve en la cúpula del volcán, y había un árbol centenario y un tapete de hojas secas con luz crepuscular y paisajes de ensueño que aún puedo recordar, y me enamoré de Cintia, aunque ni ella ni usted lo supieron nunca, solo yo...
Te veo lavándome la ropa sucia que usaba en el taller donde estaba de aprendiz,  comprándome chorizos en el Mercado Central, vendiendo tamales, echando tortillas, vendiendo atol de piñuela, llorando mis borracheras, orgullosa de que sabía recitar muy bien los poemas que me aprendía de memoria en el kinder aún antes de aprender a leer, riendo mis locuras, temiendo por mi vida, bajándome de la ventana en donde había subido aquella noche, ya listo para saltar a la casa de la niña Concha, aquella noche en que andaba el Escuadrón de la Muerte rondando la calle, no sabías que el clandestino de tu hijo ya tocaba las estrellas con la frente...y me bajaste de la ventana, -qué hacés ahí? anda acostate!- y preferí acostarme y esperar la muerte antes que decirte que yo era un guerrillero, porque eso te mataría de aflicción, y me quedé, y el escuadrón se fue de paso, y yo no dormí esa noche...
Prefiero recordarte linda, oyendo a Cornelio Reyna y llenando de perfumes las tardes con tu risa, tus silencios, y hasta con tus lágrimas perfumabas, Mamá Luz...
Siempre comías poquito para que la comida alcanzara, siempre reías mucho para que la alegría sobrara, siempre nos amamos aunque nos costaba tanto hablar de eso; siempre iluminaste mi vida con tu Luz de Mamá, como Mamá de Luz, porque alumbrabas mi vida, aunque pariste esta tiniebla de ser humano, esta neblina que se difumina por los caminos del tiempo, que amó tanto y dijo tan poco, que sólo pudo hablar el lenguaje del fusil y de los carros arruinados, y de las canciones tristes del recuerdo... pero amó.
Ahora, mamita santa, mamita bella, mi madrecita, ahí donde estás, en tu cielo, vuélveme a ver un ratito, y tócame con tus manitas, arrugaditas y benditas, y dame mi besito de las buenas noches, y espérame ahí madrecita, que un día de estos estaremos juntos,  para que me abraces y me digas como las últimas veces: "ahora estoy tranquila, porque usted es un hombre de bien", así me mirabas , con tus ojitos cansados, y yo, ciego por el resplandor del rayo, sólo te miraba, como te miro hoy, con los ojos del alma...mi Mamá Luz...


Ave Fénix

viernes, 3 de mayo de 2013

TARDE DE INFANCIA

Hojas secas navegaban,
cual barquitos de papel,
en la tarde de aquel patio,
fantasías a granel.

Era otoño de un verano.
paraíso tropical,
sombra de árbol,
luz de ensueño;
era niño solitario,
jugando en la inmensidad.

¡Qué felices los tejados!
jugando a la eternidad,
el silencio vespertino,
solamente interrumpían,
el pájaro con su trino,
y la brisa al susurrar.

¡Cómo se estremece el alma!
al volver a recordar,
esa tarde de mi vida,
de aquella infancia perdida,
que gracias a la poesía,
hoy volví a recuperar.

AVE FÉNIX